sábado, 24 de marzo de 2012

Grijelmo: "El lenguaje es el instrumento de la inteligencia"

“Con las palabras pensamos, y ellas son los embriones de las ideas. Si tienes muchas palabras, tienes muchas ideas y puedes construir mundos”, dice Alex Grijelmo

Luis Aceituno

“Con las palabras pensamos, y ellas son los embriones de las ideas. Si tienes muchas palabras, tienes muchas ideas y puedes construir mundos”, dice Alex Grijelmo, autor de “El estilo del periodista”, el principal libro de referencia en casi todas las salas de redacción del ámbito hispano. Durante una reciente visita a Guatemala, Grijelmo platicó con elAcordeón y las opiniones de este apasionado defensor del lenguaje no podían faltar en este edición que –con motivo del III Congreso Internacional de la Lengua organizado por la RAE, que se celebró la semana pasada en la localidad argentina de Rosario– dedicamos al idioma castellano.

Autor del Libro de Estilo del diario El País, y de El Estilo del Periodista, Alex Grijelmo se ha convertido en un nombre de referencia obligada en las Escuelas de Comunicación y en las salas de redacción de los medios del ámbito hispánico.

Nacido en la localidad española de Burgos, escribió su primera noticia a los 16 años en un diario de su ciudad. En 1977 fue contratado por la agencia Europa Press y en 1983 ingresó a la redacción del diario español El País, en donde prácticamente hizo de todo, desde simple reportero hasta editor dominical y jefe de la sección deportiva. Durante su carrera ha publicado cientos de noticias, crónicas, reportajes, artículos y entrevistas.

Defensor apasionado del idioma español, al que le ha dedicado la totalidad de su producción bibliográfica, Grijelmo es actualmente presidente de la agencia de noticias EFE. La siguiente entrevista fue realizada durante una breve estancia en Guatemala para participar en la asamblea general de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se llevó a cabo a finales de octubre pasado en La Antigua Guatemala.

¿De dónde proviene esa seducción por las palabras?

– Pues de que es la herramienta del periodista. Igual que un tenista cuida su raqueta y está todo el tiempo mirando las cuerdas para ver si están bien, así un periodista tiene que cuidar el lenguaje porque es la herramienta que emplea. Pero el lenguaje es también el instrumento de la inteligencia: todo lo que pensamos lo pensamos con palabras y según es de grande nuestro léxico, así puede ser de grande nuestro pensamiento.

Nietzsche dijo en alguna ocasión que el lenguaje periodístico era un lenguaje de cerdos. ¿Por qué crees que ha sido tan conflictiva la relación entre el lenguaje y el periodismo a través de los tiempos?

– Yo pienso que muchos periodistas sienten el lenguaje como algo molesto, como un mal necesario para ellos. Para mí es exactamente lo contrario, es el placer de trabajar con las palabras y de ser diestro en ese uso para comunicarme mejor con la gente y para seducir mejor al lector. Nos olvidamos a veces de que con el lenguaje se puede producir placer. La lectura es un placer cuando se lee un texto que está bien escrito. Es una lástima que muchos compañeros tengan una relación conflictiva con el lenguaje, que no lo aprecien en su valor, posiblemente porque en la actualidad estamos más en contacto con el lenguaje audiovisual.

¿Podemos decir que el predominio del lenguaje audiovisual ha sido fatal para el lenguaje escrito?

– Sí, está siendo perjudicial porque ya los niños no se educan con cuentos que les leen o que leen ellos mismos, sino que se educan con dibujos animados y eso les hace llegar a adultos con una menor gimnasia mental. La lectura es la gimnasia del pensamiento y al final se razona mejor cuantas más lecturas se hayan tenido. Cuanto más lees, más dominas el lenguaje, más palabras tienes, mejores ideas puedes construir, creas argumentos más razonables, y al final eres mejor persona, y, si eres periodista, mejor periodista, ¿no?

Más allá de la seducción por el lenguaje, cuando uno lee tus ensayos, se nota una fascinación por la palabra misma.

– Por la psicología que hay dentro de las palabras, por su valor y su fuerza. Yo no sé si aquí en Guatemala pasa, pero en España solemos decir: “Voy a pedir un crédito en el banco” y en el banco te “conceden” el crédito. Cuando en realidad vas a “comprar” el crédito y el banco te lo “vende”. Pero en el momento en que dices que vas a pedir un crédito ya estás en situación de inferioridad, y como estás en esa situación tienes que explicar cómo es tu vida familiar, tus posesiones, tu sueldo, etcétera. Pero si tu llegas a un banco diciendo: “Vengo a comprar un servicio”, te tratan de manera distinta. De hecho, las empresas no piden créditos, contratan créditos, porque se supone que están a un mismo nivel, pero un ciudadano llega a un banco y va a pedir. O sea, ese poder de las palabras que puede convertirnos en superiores o inferiores me interesa mucho.

¿Realmente hay un descuido por la palabra en el periodismo actual?

– Sí, por eso me he interesado mucho en llamar la atención sobre ese descuido. En la actualidad, por ejemplo, los periodistas decimos que el Ejército de Estados Unidos cometió abusos en las cárceles de Irak, en vez de torturas. ¿Por qué decimos abusos? Pues porque es una palabra que ya nos viene así y no la afrontamos con un espíritu crítico. Nosotros, como no hemos hecho esa gimnasia mental que supone la lectura y la gramática, somos fácilmente manipulables y acabamos diciendo que el Ejército cometió abusos y que los aviones hicieron incursiones en lugar de bombardeos y que hubo daños colaterales en vez de víctimas civiles. Toda esa palabrería que otros nos lanzan para que la asumamos como propia es muy peligrosa, porque adultera la realidad, y el periodista que no reflexiona sobre el lenguaje es muy fácil de engañar. Y así como hablamos del lenguaje de la guerra, podemos hablar del lenguaje económico. Cosas como el crecimiento cero, por ejemplo. ¿Cómo puede algo crecer cero? Si la economía experimenta un crecimiento cero, eso es que no ha crecido. Al final, el periodista que no es consciente de la diferencia entre un adjetivo y un sustantivo, es el que menos se da cuenta de esas manipulaciones.

Esto también nos lleva al conflicto entre lenguaje y corrección política.

– Viene a ser lo mismo, porque a veces la corrección política es una forma de no llamar las cosas por su nombre y los periodistas debemos ser educados y debemos procurar no ofender a nadie con el lenguaje, pero esto puede llevarnos a ocultar la realidad y ahí debemos trazar una frontera muy clara.

Al final es la tecnocracia entrando en el territorio de las ciencias humanas.

– En España, en una ley de educación, al recreo de los niños en la escuela le llamaban “segmento de ocio”. Pareciera ser que para la tecnocracia las cosas son más elegantes cuando más se complican. Los periodistas debemos huir de eso.
– Sí, no soy otra cosa que periodista, y es una formación sobre todo práctica, pero soy periodista nada más y nada menos.